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Del silencio al progreso, un camino de esperanza para niños y jóvenes con autismo

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El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es una condición del neurodesarrollo que afecta principalmente la comunicación, la conducta y la interacción social de quienes lo presentan. La detección temprana es clave, y en muchas ocasiones es el pediatra quien alerta a los padres ante señales iniciales como dificultades en el lenguaje, contacto visual limitado o conductas repetitivas.

 

Con el objetivo de brindar atención integral, la Dirección de Inclusión Social (DIS) del Municipio de Guayaquil impulsa un programa que actualmente atiende a 834 niños y jóvenes con TEA. Entre los servicios que se ofrecen se incluyen diagnóstico temprano, terapias especializadas y educación adaptada, además de talleres artísticos como canto, teclado, batería, pintura, artes plásticas, teatro, danza y violín. Estas actividades potencian la capacidad de expresión, fortalecen las relaciones sociales y fomentan la autonomía de los niños.

 

“El autismo no se manifiesta igual en todos los niños, por eso la intervención debe ser personalizada. Lo principal es trabajar el área conductual cuando tenemos niños con dificultades para poder comunicarse”, señaló Verónica Erazo, psicóloga del Centro Municipal de Desarrollo de Habilidades Valientes.

 

El rol de los padres como coterapeutas es fundamental, ya que refuerzan las rutinas y recomendaciones para lograr un desarrollo más completo. “Sabemos que el niño pasa mayor tiempo en la casa y en la escuela, por lo tanto, se prepara a los padres para que puedan transmitir esa información”, agregó Erazo.

 

El programa municipal se complementa con la alianza con el Instituto de Neurociencias de la Junta de Beneficencia de Guayaquil, garantizando atención integral con diagnóstico, seguimiento neurológico, psiquiátrico y medicación en los casos necesarios.

 

“Mi hijo tiene autismo. Era un niño que no conversaba con nadie, tenía muchos problemas y en el Centro de Habilidades Valientes recibí todo el apoyo porque fueron momentos muy fuertes. Yo lloraba en silencio”, compartió Patricia Silva, madre de familia.

 

Gracias a estos programas, las familias reciben apoyo terapéutico y emocional, demostrando que, con constancia y acompañamiento, es posible mejorar la calidad de vida de las personas con trastornos del espectro autista.

 

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